La Cruz

¿Es la Cruz, un verdadero símbolo del cristianismo?

“. . . Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”
Evangelio de Mateo capítulo 15; versículos 6-9.

Lo que se expone en este tratado, es para conocimiento del lector. Con este mismo, el lector puede confirmar la importancia de estudiar, leer, analizar y verificar toda creencia, para que por propia convicción sepa si lo que hace, piensa o cree tiene bases verdaderas o falsas y bajo su propia responsabilidad decidir a quién seguir, es decir: “Seguir a Cristo o Seguir al Hombre”. Es para que entienda bien lo que Cristo quiere decir: “....sobre esta Roca edificaré mi iglesia”.

Jesús de Nazaret no fue el primer crucificado. Antes que Él, otros muchos infortunados murieron en cruces. La arqueología, la exégesis y la historia han aportado en los últimos años importantes evidencias sobre cómo se desarrolló la condena a muerte por crucifixión.

La historia de la cruz y su relación con la crucifixión de Jesús de Nazaret pueden aportar importantes indicios sobre enigmas contemporáneos, y presentar gran relevancia teológica.

A pesar de encontrarnos a las puertas del siglo XXI, todavía existen quien considera la crucifixión como una atroz forma de martirio inventado por los romanos para la muerte de Jesús de Nazaret, sin embargo nada más lejos de la realidad. El martirio de la cruz es ya citado por fuentes asirías, egipcias, griegas, persas, cartaginesas, etc., mucho tiempo antes de la era cristiana, aún a pesar de que no se haya datado con exactitud su origen.

Cuenta Flavio Josefo (historiador de la época) que el rey asirio Antíoco IV Epifanes, en su persecución de los judíos, entre el 174 y 164 a. JC, sometió a intensos tormentos a quienes no acataban sus leyes, "...hiriéndoles a latigazos, mutilando sus cuerpos y, estando todavía vivos, colgándoles de cruces".

Esta tortura, junto con la horca, fueron denominadas "arbor infelix" o ×"infelix lignum", que significa "árbol siniestro" y "leño, madero o tronco siniestro", a pesar de que tiempo después la horca pasó a denominarse genéricamente "furca".

Pese a esta singular concepción de la crucifixión, lo cierto es que en ambas denominaciones latinas antes citadas, al igual que en la "infamis stipes patibulum", los vocablos "arbor" (árbol), "lignum" (leño, madero, tronco), y "stipes" (palo, tronco de árbol), se hace alusión al elemento básico de la cruz; el tronco de árbol de poco grosor.

¿Pero quién pudo ser el inventor de tan atroz forma de muerte?
Hay dos versiones históricas que más destacan sobre el inicio de las crucifixiones, Jezabel (una reina y sacerdotisa mencionada en la Biblia) y Tarquino (un emperador, estudiado por arqueólogos).
Cicerón, elocuente orador, pensador y político romano, indicaba a Tarquino como su creador, sin embargo investigadores contemporáneos, exegetas y arqueólogos bíblicos, documentan que el suplicio de la cruz se usaba antes de Tarquino, siendo además conocido y practicado fuera de Roma.

Jezabel, nombre irónico que le pusieron sus padres a esta mujer, significa en hebreo el “juramento a Dios”. Era una princesa, la hija del rey de Sidón. Ya se puede comprender su reacción, acostumbrada a una vida licenciosa y refinada, cuando se trasladó a un ambiente rural, Jezreel, ciudad en que la vida era simple y austera en comparación, donde se hacían esfuerzos para vivir al servicio de Jehová. La religión judía no era pura.
Jeroboam había vuelto a organizar el servicio al becerro de oro pero también había el culto a Jehová. Samaria era intolerable para Jezabel, tal como era. Por ello, al ver que Acab, su marido, era un hombre sin carácter, ni voluntad, decidió tomar las cosas bajo mano. Sustituyó poco a poco el culto de Jehová por el culto a Baal. Suprimió el primero, simplemente, eliminando a los profetas.
Y con ello empezó la lucha a muerte entre Elías y Jezabel. Jezabel era la que instigaba el mal que Acab permitía.

Aparecieron templos a Baal por todas partes, con sacerdotes vestidos en preciosos atuendos. Banquetes, festividades, y el pueblo seguía ávidamente todos estos festejos. Entretanto, el culto de Jehová quedó prácticamente suprimido. Los profetas fueron asesinados. Al huir Elías, no creía que hubiera en Israel ningún hombre que no hubiera doblado su rodilla ante Baal, excepto él.

La lucha inexorable contra Jezabel llevada a cabo por Elías, que culminó con el milagro del Carmelo, es bien conocida y ahora no nos afecta. Pero si podemos decir unas palabras más sobre Jezabel. Era una mujer sin conciencia y sin corazón. Su arrogancia y su sensualidad no conocían límites; habían acallado la voz de su conciencia. Persiguió a muerte sistemáticamente a los profetas de Jehová. Puso a muerte a Nabot para apoderarse de su viña, con acusaciones falsas. Y cuando Acab fue herido mortalmente por una flecha y Jehú se dirigió a Jezreel se posó indiferente a la ventana (2.a Reyes 9:30) con aires seductores. Jehú ordenó que la echaran ventana abajo.

Jezabel se nos aparece como una mujer repulsiva. Todo su refinamiento sólo le sirvió para comportarse de modo más brutal. Para hundirse más en el pecado. Incluso el malvado Acab queda pálido ante la perversidad de Jezabel. El eterno juicio será sobre ella peor que el que recibió en la tierra: defenestrada, pisoteada por los caballos y comida por los perros. Cuando intentaron sepultarla no hallaron de ella más que los huesos de la calavera, los pies y las palmas de las manos. La Biblia no lo menciona, pero estudiosos en la arqueología exponen que al morir su esposo Acab, tuvo un hijo de su propio hijo. Al morir en batalla su primer hijo, ella misma lo canonizo como uno de sus dioses y empezó a ofrecer sacrificios humanos clavados en árboles con las piernas unidas y los brazos extendidos también clavados y después llegó a usar estacas. Se cuenta que si el maldecido tuviera la fortuna para no sufrir la tortura, poco tiempo después de un culto lo mataban. Es sabido que el Conde Vlad III Drácula(turco), sacrificaba a sus enemigos de manera semejante.

La opinión más extendida en la actualidad es que esta cruel forma de ejecución es de origen asiático, concretamente persa, a pesar de que algunos estudiosos mantienen que su origen es fenicio. Lo importante saber es que la cruz ya era utilizada por griegos, egipcios, cartagineses, y en otras áreas próximo-orientales antes de su introducción en Roma y que esta representa muerte, maldición o condenación. Actualmente algunos escépticos, como casi siempre desinformados, cuestionaban la existencia de este tipo de ejecución creyendo que tan solo se citaba en los evangelios del Nuevo Testamento. Sin embargo la arqueología ha venido a confirmar el texto evangélico como en otras ocasiones. Algunos teólogos afirman que la cruz es anterior a Jesús basándose simplemente en el texto evangélico en Mateo capítulo16: versículo 24, leemos: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz1 y sígame".

La opinión más extendida en la actualidad es que esta cruel forma de ejecución es de origen asiático, concretamente persa, a pesar de que algunos estudiosos mantienen que su origen es fenicio. Lo importante saber es que la cruz ya era utilizada por griegos, egipcios, cartagineses, y en otras áreas próximo-orientales antes de su introducción en Roma y que esta representa muerte, maldición o condenación. Actualmente algunos escépticos, como casi siempre desinformados, cuestionaban la existencia de este tipo de ejecución creyendo que tan solo se citaba en los evangelios del Nuevo Testamento. Sin embargo la arqueología ha venido a confirmar el texto evangélico como en otras ocasiones. Algunos teólogos afirman que la cruz es anterior a Jesús basándose simplemente en el texto evangélico en Mateo capítulo16: versículo 24, leemos: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz1 y sígame".

¿Cuál fue la cruz de Jesús?
Respecto a la cruz empleada en la muerte del fundador del Cristianismo, los autores plantean dos hipótesis fundamentales; la cruz Tau (en forma de T) y la cruz latina, clásica representación de la imaginería popular. Los partidarios de la cruz Tau alegan que este tipo de cruz era la más utilizada en la antigua Roma, pero los detractores de esta hipótesis argumentan que esto no es posible, ya que el texto evangélico afirma que fue colocado un letrero con las iniciales “INRI” (Jesús Nazareno Rey de los Judíos) en la parte superior de la cruz, sobre la cabeza de Jesús (Mt. 27-37, Lc. 23-38, y Jn 19-19), y esto es imposible en una cruz Tau que no tiene extremo superior.

1. La frase “tomar la cruz”, en el estudio de la exégesis y la hermenéutica, muestran con claridad que hay un error de interpretación al considerarlo como un mandamiento de cargar un dije o emblema como símbolo del cristianismo. Esta frase se usaba en aquel entonces para decir simbólicamente “cada quien es responsable de sus hechos”.

La hipótesis más popular es que Jesús hubiese sufrido calvario en la clásica cruz latina, pero no la típica y estilizada cruz artesana que la iconografía religiosa plantea. Los romanos denominaban genéricamente "crux" a todo instrumento de suplicio en que, el condenado a la pena capital, era fijado, alzado y sometido a una muerte lenta y cruel. Era tal el desprecio sentido para con los crucificados, que esta humillante tortura era reservada a los criminales de más baja ralea. Un condenado que pudiese mostrar el "Civis romanus sum" -salvoconducto que demostrase su ciudadanía romana- disfrutaría del "privilegio" de ser decapitado. Ejecución más digna, rápida y "humanitaria", que la agonía lenta e insoportable de la crucifixión. De no poder demostrar su ciudadanía romana, y ser condenado a la cruz, el reo habría de cargar con el leño (casi siempre de pino vulgar) de unos 190 o 200 cm., llamado "stipes" hasta el lugar de ejecución. Una vez allí, tal y como llegaba atado al "stipes" era izado en el "pativulum" (parte horizontal de la cruz que podía ser un tronco clavado allí, o un árbol al que se habían podado las ramas), utilizando cuerdas que pasaban por encima de dicho tronco.

Una vez izado se fijaban ambos troncos, "stipes y patibulum" (que ya adoptan la forma de cruz latina clásica) y se dejaba al crucificado morir lentamente de hambre, sed, insolación, dolor, asfixia, etc. No solía descenderse el cuerpo del crucificado hasta que había sido totalmente descompuesto, para que sirviese de ejemplo y advertencia al pueblo. En conjunto la cruz era bastante baja, y el reo podía tardar entre 3 y 5 días en morir. En ese tiempo los crucificados solían ser atacados, y sus extremidades inferiores parcialmente devoradas por las alimañas, por lo que con el tiempo, en una muestra de paradójica "misericordia", los ejecutores decidieron hacer las cruces un poco más altas, alargando la agonía del crucificado. Posteriormente los verdugos adoptarían la "piadosa" medida de romper las piernas del crucificado, con lo cual el cuerpo quedaba suspendido exclusivamente de los clavos de las muñecas. Según han experimentado médicos forenses, un cuerpo humano en esta situación sufre una asfixia gradual, y para obtener cada bocanada de aire el crucificado ha de izarse a pulso sobre los clavos, que desgarran la carne y los nervios del antebrazo.

Y tras cada titánico esfuerzo para respirar una vez más, el cuerpo vuelve a caer suspendido de los brazos, al no poder sostenerse sobre las piernas rotas. Así, en pocos minutos, el crucificado muere por asfixia. Actualmente algunos fanáticos y fervorosos cristianos son crucificados voluntariamente, como ocurre en Semana Santa en Filipinas, siendo clavados por las palmas de las manos en lugar de por las muñecas. Evidentemente sus palmas resisten el peso del cuerpo ya que este reposa sobre un pedestal en que apoyan sus pies. De ser rotas sus piernas, como ocurría en la crucifixión romana, sus manos se rasgarían ante el peso del cuerpo, por lo tanto las imágenes como los cuadros que muestran a un Cristo crucificado de las palmas de las manos están fuera de la realidad. Esto nos conduce a otro aspecto sintomático de la crucifixión. Los místicos de todos los tiempos han presentado los estigmas de la pasión de Cristo con heridas en las palmas de sus manos. Esas heridas tienen relación con arquetipos de la imaginería popular clásica y contemporánea, igual que los penitentes filipinos actuales, pero NO TIENE NADA que ver con la crucifixión histórica.
(Más adelante se mencionará el concepto del uso de la cruz como símbolo cristiano)

¿Cómo se ejecutaba?
El reo tenía que cargar, amarrado, un leño horizontal (casi siempre un pino) de 190 o 200 cm., llamado stipes" hasta el lugar de su ejecución. Cuando llegaban, era izado en el "patibulum" (parte vertical de la cruz que podía ser un tronco colocado o un árbol especialmente podado), utilizando cuerdas que pasaban por encima de ese tronco. Cuando estaba izado se fijaban los troncos, Stipes y Patibulum" (en ese momento era cuando tomaban la forma que hoy llamamos "Cruz"), se clavaban los pies, uno delante del otro con las piernas un poco dobladas, luego les rompían las piernas a la altura de las rodillas para que no pudieran sostener el cuerpo, y los brazos los clavaban por las muñecas y se dejaba al crucificado morir lentamente de hambre, sed, insolación, dolor, asfixia, etc. Los relatos presentados de la crucifixión de nuestro Señor están en completo acuerdo con las costumbres y prácticas de los romanos en tales casos.

Fue crucificado entre dos "criminales" (Isaías 53:12; Lucas 23:32), y observado por un pelotón de cuatro soldados (Juan 19:23; Mateo 27:36, 54), con su centurión. La "rotura de las piernas" del crucificado pretendía acelerar la muerte, y sacarlos de la miseria (Juan 19:31); pero la inusual rapidez de la muerte de nuestro Señor (John 19:33); se debió a sus sufrimientos previos y su gran angustia mental. La omisión de la ruptura de sus pierna fue el cumplimiento de un símbolo (Éxodo 12:46). Según los evangelistas, Pilato ordenó que Jesús fuera azotado, antes de condenarlo a ser crucificado.

En la imagen vemos la reconstrucción de la forma en la que fue efectuada la flagelación. Él murió literalmente de una ruptura del corazón, y de ahí el flujo de sangre y agua procedente de la herida infringida por la lanza del soldado (Juan 19:34). Para comprender lo qué Cristo hizo por la humanidad en la cruz, se expone el detalle de las distintas posiciones en la cruz.

Así, el crucificado se ve sometido a una tortura en la que debe ir modificando sucesivamente su posición. Si se deja caer se asfixia; para elevarse ha de apoyar todo su cuerpo sobre los pies clavados, lo que supone un dolor insufrible.

Esa doble posición en la cruz, como se puede ver en el dibujo, es la que explica que se formara el doble reguero de sangre en la muñeca y en el brazo. ¡Qué sufrimiento el tormento de la cruz! La situación de asfixia provoca un aumento del CO2 en la sangre y en los músculos una acidosis láctica, produciéndose la aparición de fuertes calambres musculares generalizados. Esta situación, aparte de producir fuertes dolores, dificultaría la respiración en un círculo vicioso.

Impresionantes, además, por la hiperextensión de los músculos en la suspensión y por la lesión de los nervios en la zona de los clavos. El dolor sería de auténtico paroxismo por los movimientos de los pies y las muñecas. Los movimientos de elevación y descenso tenían que rozar la espalda flagelada, reabriendo las heridas y provocando una hemorragia en esta zona. A lo que habría que añadir, como “mal menor”, la enorme cantidad de moscas e insectos atraídos por las heridas. La crucifixión produce un efecto grave sobre la respiración. El peso del cuerpo tirando hacia abajo produce un efecto de asfixia, porque no se puede expulsar el aire. Por lo tanto, si no se cambia de posición, se produce la asfixia. Por tanto, el crucificado debe cambiar de posición, apoyando todo el peso sobre el clavo de los pies para conseguir una elevación suficiente que le permita expulsar el aire viciado. Pero esta posición supone un esfuerzo sobrehumano por lo que, inmediatamente, debe dejarse caer con lo que, a los pocos momentos, vuelve la sensación de asfixia. La importancia de este artículo tiene como meta de hacer reflexionar a todo aquel que lo lea y vea las imágenes no para que se piense de lo cruel que pueda parecer, sino para valorar lo que Cristo Jesús hizo en la cruz tanto por el creyente como para el escéptico. Lamentablemente, a través de los años se han inventado muchos mitos sobre la cruz. Como se ve, nada hay de santo en la cruz... mucho menos hermoso, sino que demuestra una manera atroz de maldecir o condenar a cualquier ser. En este trabajo, se entiende por mito, un relato que no es comprobable, pero por ser una construcción social, la gente lo cree y lo difunde (en algunos casos lo considera una verdad, aunque no se compruebe) en forma dogmática.

Este artículo es sólo la primera parte sobre la cruz. Le invitamos que lea la reflexión de “Padre Perdónalos”, y si le nace dígale a otros que consulten la página. Por otra parte, oren para que tanto este tema como la reflexión den buen fruto para que otros vengan a los pies de Cristo.